Celebración de la Virgen de Guadalupe de Ayquina

Por: Eduardo Pizarro Bórquez
Fotografía: Eduardo Pizarro Bórquez

Me encuentro nuevamente en la inopia de un paisaje rústico de nuestra hermosa frontera norte, el escenario en esta oportunidad es el pueblo de Ayquina en la provincia de El Loa y la celebración de su santa patrona la Virgen de Guadalupe de Ayquina.

Este pequeño poblado tiene alrededor de 50 habitantes, pero durante 10 días en el mes de septiembre sus callejuelas se ven atiborradas de fieles quienes al sonido de las diabladas, los tincus, las morenadas, etc. repletan el pueblo como si todo en el mundo sucediera ahí mismo.

Me encontré con una Virgen, a mi parecer, diferente a todas las demás, siendo una relación estrecha con sus fieles, quienes, algunos, caminaban por cerca de 24 horas en pleno desierto para lograr pagar algún favor concedido, la recuperación de algún familiar enfermo, el sueño de la casa propia o cualquier bendición que fuera provocada por la Virgencita de Guadalupe.

Pero como les comentaba la relación entre fieles y la patrona me pareció siempre muy cercana, como que no había esa brecha, que muchas veces existe entre estas divinidades y sus seguidores, aquí la gente cambiaba sus finos ropajes, tocaban sus vestidos, y siempre se mostraban como hijos protegidos por una madre. Sé que en otras fiestas religiosas la relación puede ser igual, pero en verdad les digo que esta relación era muy especial, muy diferente.

Ayquina es de calor fuerte durante el día y de un frío gigantesco por las noches, pero sin importar nada, las calles se mantienen llenas de arriba a abajo, viendo a los bailes religiosos, escuchando las misas o sólo siendo parte del escenario irreal de una comunidad que no olvidemos tiene 50 personas todo el resto del año.

Este hermoso pueblo vive con fulgor durante 10 días en el año, mientras la Virgen recorre sus calles rurales todos los asistentes se une en una gigantesca procesión que recorre los difíciles recovecos a casi 3.000 metros sobre el nivel del mar, pero cuando estás rodeado de gente cantando, bailando, músicos tocando pareciera ser algo sencillo, pero no, no lo es, es durísimo la verdad, pero la fe parece lograrlo todo.

Lamentablemente, no todo es épico de una fiesta. Ayquina no tiene agua potable ni servicio eléctrico, si bien mientras esta celebración sucede pareciera que esto no importa tanto, es imposible no pensar lo que sufren estas personas que viven y son originarias de ahí, otra cosa en la que se está al debe, estos pueblos son parte de nosotros, de nuestra cultura, de nuestro folclor y cosas básicas que tienen la obligación de ser solucionadas, y eso no es cosa de fe, son sólo cosas de dignidad.

Ayquina, como varios pueblos de nuestra frontera norte resisten, y mucha de la fuerza y aguante lo brindan estas divinidades populares. La Virgen de Guadalupe emerge en el árido desierto para proteger y amparar a quienes necesitan de ella y por lo que escuché de la gente es “cumplidora” con quienes son fieles devotos y responden con compromiso a sus favores concedidos.

¡VIVA LA VIRGEN DE AYQUINA! ¡VIVA!

También te podría interesar