Por: OSVALDO URRUTIA MADARIAGA
Fotografía: Paola Mendizábal
Un inicio de año inesperado y espectacular tuvo la periodista y gestora cultural calameña –hoy radicada en Estados Unidos- Paola Mendizábal, cuyo guión de documental “La Última Estrella: Un viaje hacia la música de Calama de los 60’s”, de la que es directora y guionista, fue reconocido recientemente en ESTELab, V Laboratorio de Coproducción América Latina y Europa.
Acá no sólo hay un proyecto cinematográfico, sino que también una investigación histórica, como reconoce Mendizábal: “Soy hija y sobrina de músicos chuquicamatinos. En los años 60’s fueron Los Fénix y Los Fenders las agrupaciones más reconocidas y exitosas. Ricardo Pérez, el guitarrista de Los Fénix, fue considerado uno de los grandes guitarristas del Norte Grande y mi padre, como baterista de Los Fenders, se destacó por su particular forma de tocar este instrumento. A mi tío Roberto Zamora, quien enseñó a mi papá a tocar la batería, lo recuerdo tocando en el Festival de Jazz de Calama, en la Loa Jazz Band, pero también tocó en los 60’s. Me encontré con la riqueza y diversidad de los géneros musicales que van desde la cumbia, el rock, el jazz y el pop. También fui poniendo rostros a las tantas historias que mi padre me ha ido contando”.
¿Qué significa para ti tanto en lo profesional como personal este logro?
¡Es un tremendo logro! En mi carrera profesional he realizado proyectos que utilizan distintos soportes mediales según el foco de creación. Mi último desafío lo estoy haciendo en clave documental a través de “La Última Estrella”, proyecto que conecta mi mundo creativo, afectivo y de vínculo con mi territorio. Con esta película asumo un rol creativo que nace a partir de la necesidad de rescatar parte de nuestro patrimonio local y contar la historia de mi padre como músico de los 60’s en Calama. En este espacio de creación se une lo profesional y personal y creo que eso es lo más hermoso de este proyecto. Que nuestro documental fuera seleccionado para participar en ESTELAB, en su Laboratorio de Coproducción de América Latina y Europa como representante de Chile, nos llena de orgullo.
¿De qué se trata la película?
El documental se basa en una tríada para mi súper interesante de explorar. La relación padre-hija, la historia de Calama y Chuquicamata contada desde el punto de vista de las agrupaciones musicales de la época y la reflexión sobre la inminencia de la muerte. En lo personal, creo que sentir curiosidad por la historia de tu linaje va enriqueciendo y completando la historia personal de cada integrante de tu familia. En esta película intento explorar esa curiosidad sobre mi papá más allá de su rol de padre y me enfoco en la historia de su juventud como baterista de una de las agrupaciones musicales icónicas de Calama. Respecto a que la identidad de Calama esté sólo asociada a la minería, siempre me ha parecido injusto y peligroso porque desde esa lectura única nace la caricatura, el estigma y se le resta riqueza a la diversidad de voces que habitan un lugar. Y, por último, la conversación sobre la muerte que muy pocas personas nos atrevemos a explorar con nuestros padres a una edad en la que ésta se hace inminente. Creo que a partir de ese diálogo se abren nuevas dimensiones, donde la vulnerabilidad y los miedos de cada uno aparecen. Se intuye cómo comienza esta conversación, pero no se sabe cómo termina.
¿Y el guión?
El guión tiene como principal referencia cinematográfica el documental Buena Vista Social Club, dirigido por Win Wenders, donde un grupo de músicos cubanos se reúnen para tocar su último disco. También el documental de Robert Downey Jr., que muestra la relación padre e hijo. Una producción muy potente y humana. En el caso de La Última Estrella, es mi padre quien comienza una búsqueda de músicos calameños de su generación para tocar un último concierto, y creo que esa es la parte más incierta de la película, porque desde que comencé este proyecto, han muerto varios músicos por un tema de edad.
¿Qué desafío sigue para “La Última Estrella: Un viaje hacia la música de Calama de los 60’s”? ¿Y cómo aprovechar ese legado de sus protagonistas que hoy son personas de la tercera edad?
El principal desafío es la búsqueda de recursos para producir el documental. En una primera etapa realicé una investigación sobre las distintas bandas musicales de la época, teniendo como principal fuente a mi papá, algunos archivos y, por supuesto, la música. Actualmente estamos en etapa de desarrollo trabajando con La Warrior Films, una productora de cine fantástica que vio el proyecto, su potencial y proyección y hoy conformamos un gran equipo profesional.