Por: Iris González Gamboa
Fotografía: Carla Monforte Kapstein

Cuando era una adolescente que se empinaba por los 14 años re-conoció a su padre y, de sus manos, recibió la que sería su herramienta para rescatar la belleza de las cosas.

Carla Monforte Kapstein entiende y vive así la fotografía, una de las artes que ha hecho conocido su talento y a lo que, si pudiera, dice que se dedicaría 100%. “Mi papá fue fotógrafo autodidacta y era bien experto, revelaba en blanco y negro…yo creo que de ahí tengo como un ADN”, afirma.

El primer día de su reencuentro marcó entonces el camino en el que siempre estaría acompañada por una cámara. “Con eso, nunca más dejé de sacar fotos. Nunca más paré”. En el colegio, a la actividad o el lugar que fuera, lo importante era para ella dejar registro de algo importante.

“Es como la memoria que uno tiene…eso es lo que me gusta de las fotografías. Después siempre quería hacer algo con el desierto y ahí empecé a sacarle fotos. Antes de eso, en 2008, también hice una exposición fotográfica en el Correo y en la Plaza Colón. Luego hice unas postales de Antofagasta”, recuerda la diseñadora gráfica y gestora cultural, que también se ha desempeñado como docente universitaria y que sigue perfeccionándose, esta vez como alumna de un magíster en Edición.

Para Carla es relevante registrar el paso del tiempo y la importancia y encantos del territorio, algo que realiza con su lente y también a través de sus múltiples proyectos, varios ganadores del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart). Uno de ellos fue “Salar”, un aplaudido fotolibro de 80 páginas sobre el Salar de Atacama (2017). Parte de esas imágenes, además, darán vida a una exposición virtual cuya materialización prepara por estos meses.

En la misma línea, esta vez con una fuerte carga emotiva, el año pasado fue parte del lanzamiento del sitio web de su madre, la reconocida arquitecta Glenda Kapstein Lomboy (1939-2008), quien además de su obra reconocida y galardonada internacionalmente, fue académica y una de las fundadoras de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte (UCN). También ocupó el cargo de directora regional de Turismo.“El 2019 fue negro, porque echaron abajo la Casa de Retiro del Colegio San Luis de Antofagasta”, recuerda. “Justo ese año me gané un Fondart Nacional para hacer una página web con su obra y también incluía unas visitas a la Casa de Retiro. Yo sentía que estaba como de capa caída, porque nunca la arreglaron (…) la dejaron estar y eso influye en la obra arquitectónica”.

En septiembre vino un doble derrumbe. Pese a todas sus gestiones por lograr que fuera declarada Monumento Nacional, la innovadora edificación fue demolida, echando abajo casi dos décadas de historia y la esperanza de toda su familia de conservar el legado de Glenda.

“Nunca creí que lo fueran a hacer. Dije deben ser rumores, pero como es un obra conocida y reconocida internacionalmente, no creo. Pensé: sí, pueden vender el terreno, pero la casa la pueden conservar o darle muchos usos”, se lamenta Carla. En una amarga misión, con un dron captó imágenes mientras era demolida la construcción que en 1996 fue nominada al premio Mies Van de Rohe para Arquitectura Latinoamericana.

Esas faenas se extendieron por una semana, pero la herencia del trabajo de Kapstein fue y sigue siendo rescatada y puesta en valor en glendakapstein.cl, plataforma que sigue en construcción, al igual que el arte de su hija.

También te puede gustar:

error: Content is protected !!