Identidades Festival celebra 10 años llevando su magia a diferentes puntos de la región. En esta especial ocasión, conversamos con Alejandra Rojas, directora del encuentro artístico y fundadora de La Huella Teatro, para conocer su visión sobre lo que significa esta década de trabajo cultural, las novedades de esta edición y los desafíos que aún están por delante.
¿Cómo ha sido este recorrido de 10 años con Identidades Festival?
Empezamos hace diez años con la premisa de traer teatro contemporáneo a un espacio tan particular como es el desierto. Teníamos claro que había una deuda cultural con la comunidad de la región y queríamos que el teatro fuera una herramienta para reflexionar sobre nuestra identidad. A lo largo de estos años, el festival crece y se consolida como una plataforma importante para el arte escénico en el norte de Chile. Lo que más valoro de este proceso es cómo se ha generado una comunidad alrededor del festival; hemos construido algo más allá de un evento puntual. Ahora somos una familia con un relato propio, y eso es lo que más me enorgullece.
El festival es un espacio donde convergen diferentes disciplinas y propuestas artísticas. ¿Cómo se conforma esa diversidad?
Desde el inicio, una de nuestras mayores aspiraciones es integrar diferentes formas de arte y generar cruces interdisciplinarios. No solo nos enfocamos en teatro, sino también en música, danza y ahora en artes circenses. Traemos a artistas nacionales e internacionales que enriquecen esta experiencia y le otorgan una identidad única al festival. Lo que buscamos es que Identidades sea un espacio donde las personas no solo consuman arte, sino que lo vivan, lo experimenten y se sientan parte de él.
Uno de los elementos simbólicos del festival es Ckapin, el oso. ¿Cómo nace esa figura?
Ckapin nace de una leyenda local, la del Jus Mari, y lo bautizamos oficialmente en la edición de 2019, justo durante los días más complejos del estallido social en Chile, cuando tuvimos que suspender el festival a mitad de su desarrollo. Fue un momento simbólico para nosotros. Le dimos padrinos: los Ulises y los Laquita. Desde entonces, Ckapin se ha hecho muy querido, incluso ha viajado a Rapa Nui. Es parte de la identidad visual del festival, recibiendo a los invitados en el aeropuerto con su cartel y participando en todo el relato audiovisual que construimos.
Este año, el festival celebra una década. ¿Qué sorpresas tuvo esta edición 2024?
Este año llegó cargado de grandes amigos. Yuyachkani, una compañía que estuvo en la primera edición del festival, regresó con una obra llamada “Concierto Olvido”, impresionante y muy emotiva. También contamos con Höröya, un grupo afro-brasileño que conocí en un festival en Brasil en 2018. Su música cerró este Festival, fue una experiencia inolvidable. Además, incluimos una propuesta diferente con Bonobo Teatro, que presenta Temis, una obra que fue muy divertida protagonizada por rostros televisivos de la Generación 98. Es la primera vez que traemos este tipo de propuestas, el público quedó increíblemente sorprendido.
El festival también fue una plataforma para el circo teatro y otras expresiones de calle.
Tuvimos un gran montaje circense para celebrar estos 10 años, creamos un espacio para conversar sobre el legado de La Huella Teatro, que también cumple 20 años. Además, los Ckuri, esos limpiadores de pueblo que han recorrido el mundo, estuvieron presentes en Antofagasta. Cada año me preguntan cuándo volverán, así que estoy feliz de poder decir que este año formaron parte de Identidades.
Después de 10 años de festival, ¿cómo ves el futuro de Identidades y de la escena cultural en Antofagasta?
Este aniversario es un momento para agradecer a la comunidad y a todas las personas que hacen posible el festival. Sin ellas, sin el equipo, los colectivos, y quienes siempre nos apoyan, nada sería posible. Pero también es una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos pendientes. Uno de ellos es la infraestructura. A nivel regional estamos en deuda en cuanto a espacios para el arte escénico. Necesitamos un teatro propio, un lugar donde las compañías puedan ensayar y presentarse de manera digna, como el Teatro Regional del Bío Bío. El Teatro Municipal de Antofagasta no cumple con esas necesidades, y creo que es algo que debemos cambiar en los próximos años.
El festival tiene un fuerte lazo con el entorno y el paisaje del desierto. ¿Qué importancia tiene eso para ti?
El desierto es nuestro hogar y fuente de inspiración desde el primer día. Celebrar estos 10 años aquí, en el norte de Chile, es algo que me llena de gratitud. El paisaje del desierto nos otorga una historia y una identidad única que se refleja en cada edición del festival. Estamos profundamente conectados con este territorio y su gente. El desierto es parte fundamental de nuestra esencia.
Para terminar, ¿algún mensaje final para quienes han sido parte de este recorrido?
Quiero agradecer profundamente a todos quienes han creído en este proyecto. A nuestra comunidad, a nuestros colaboradores, y a nuestro presentador oficial, Escondida BHP, que nos acompaña desde el primer año. También agradezco a los fondos públicos y a los media partners que han estado con nosotros en este viaje. Y, por supuesto, al equipo detrás de Identidades. Sin ellos, nada sería posible. Mi deseo para el futuro es que podamos seguir creciendo, tener el espacio cultural que necesitamos y continuar celebrando juntos cada nueva edición del festival. A quienes vienen a Identidades, les digo: este es su festival, lo hacemos para ustedes y con ustedes.