Por: CATALINA BERRÍOS MALDONADO
Fotografía: John Yévenes Chodil

Tiene sólo 23 años y es uno de los rostros más reconocidos de Calama, particularmente porque transforma la realidad de las más ajetreadas calles de la ciudad en espacios para transitar a la melodía de la música, que crea con sus talentosas manos y su inseparable compañero, el cello.

Nacido en Antofagasta, Rafael Campusano Rivera es un músico que inició este camino cuando tenía solo 12 años. Desde pequeño, fue parte de la Orquesta Sinfónica de Mejillones, un lugar al que arribó porque “tenía la posibilidad de poder descubrir un mundo nuevo que siguiera potenciando mi percepción de niño en ese momento para con la vida. El proceso fue muy emotivo, ya que apenas ingresé me encontré con profesores que me apoyaron y potenciaron con sus conocimientos y valores, y esto rápidamente me hizo despegar”.

Y se siente reconocido y orgulloso de llevar el arte a las calles, pues “puedo ser un aporte para la cultura y que la gente en general me vea como un referente artístico de progreso y persistencia con lo que hago a diario. Pienso que, de alguna u otra forma, la gente sabe quién es Cello Callejero” (nombre por el que lo conocen en Calama).

DISCIPLINA

Rafael considera que la vida que tiene “y la de todas las personas que se involucran con un arte, conlleva tener mucha valentía, darlo todo, porque es todo o nada. Ser disciplinado y focalizado para cumplir con el objetivo que se quiere cometer”, dice, es parte primordial para poder lograr el reconocimiento y posicionamiento, además de la merecida valoración que tienen quienes han visto en el arte su trabajo.


Es así como ha logrado destacarse como músico independiente y también tiene presencia en importantes eventos de la ciudad, en teatros y ceremonias, además de impartir clases particulares de distintos instrumentos a personas de todas las edades, a través de una academia de música progresiva instrumental que logró crear y a la cual denominó “Oro Andino”.


Importante trayectoria de un músico regional, que pese a su corta edad ya ha dejado una huella y que busca ir por más, principalmente porque dice “siempre faltaran mayores logros ya que este es un camino que nunca termina, pero considero que agradezco poder haberme desarrollado casi 11 años como violoncelista, perfeccionarme día a día y aportando mis conocimientos de una manera profesional a mis alumnos. Creo que ese es un logro, dejar huella en la gente”.

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