Murallas con el sello de “Zike Bird”

Por: Iris González Gamboa
Fotografía: Sebastián Rojas Rojo

Muros del sector Coloso, las poblaciones José Papic y Bonilla Bajo y hasta el Teatro Municipal de Antofagasta son sólo algunos de los “lienzos” en que Mauricio Contreras (también conocido como “Zike Bird”) ha creado o dirigido en la ciudad.

El artista visual antofagastino dejó hace dos años su largo y enriquecedor paso por el servicio público para jugársela con un proyecto tan personal como colectivo: “Pájaros Estudio”, con el que a través de postulación a fondos enseña su arte en talleres para la comunidad.

Pero lo suyo partió mucho antes. “Siempre andaba pintando o buscando de una u otra forma dentro de la pintura, pero en la enseñanza media conocí el arte más callejero, a través de amigos con los que me juntaba. Uno va creciendo y va investigando de dónde se origina tal movimiento y cuando tenía 14, 15, 16 años me fui ‘educando’ de qué era en realidad la expresión a través de la técnica del spray”, recuerda.

Más allá de los prejuicios de muchos, que relacionan ese arte con daño, afirma que “el graffiti es el comienzo de algo. Uno no aprende a escribir una carta sin antes saber las vocales. El graffiti para los jóvenes es eso: el comienzo de algo. Poner su firma, rayar, hacer unas letras, es el comienzo de un desarrollo artístico que se puede llegar a pulir con educación cultural”.

IMÁGENES

En él -afirma- comenzó una forma personal de lo que quería expresar. “Podía ser un rayado, letras, caracteres y después, ya más grande, empecé a investigar un poquito más cómo podía utilizar esa técnica aprendida en mi adolescencia de una forma no tan personal, sino más colectiva”.

Para el “pájaro que vuela” comenzó entonces a ser importante el pintar imágenes que le pudieran gustar al transeúnte, ya que “al final, cuando uno pinta un graffiti o mural está en las calles, está en el espacio público donde cada día pasan cientos de personas, adolescentes niños, adultos, mayores. Entonces, ya la técnica no era sólo para mí, sino para la gente”.

Entonces, ¿ese tipo de arte es para la comunidad?

Exacto. Es para el espacio público, entonces así el espacio público lo habitamos mucha gente. Ahí nacen muchas imágenes también para poder expresarse.

¿Cuál sientes que es el real impacto del arte que hoy desarrollas?

Es más colaborativo, más de reflexión, en el sentido de que es abierto a la comunidad. Trato siempre de trabajar en el contexto social en que estamos viviendo; siempre trato en mis murales de estudiar lo que está pasando, la contingencia, para poder percibir y desde ahí transmitir un mensaje.

¿Hay algún tema que ha sido una constante en los últimos años?

Sí, y bastante: el de la educación. Después de trabajar ocho años en el Sename, en 2021 decidí dar un paso al costado y formar “Pájaros Estudio”, un espacio creativo donde nuestra finalidad es la educación y el arte; hacer talleres de muralismo a diferentes personas, territorios, lugares…donde nos llamen. Si bien comencé con niños y jóvenes, me encantaría en un futuro enseñar taller de muralismo a personas de arriba de 50 ó 60 años.

¿Has visto inquietud en esos grupos etarios?

Sí, y en Antofagasta hay una falta de educación cultural. No hay una entidad o instituciones que se involucren con ello y esa fue mi intención al crear “Pájaros Estudio”. No hay cursos que duren seis u ocho meses, que les permitan dedicarse después a eso, que exista una disciplina, darle una oportunidad de empleo y emprendimiento…que las personas desarrollen habilidades y podamos abrir puertas de oportunidad de empleo.

Para Zike, el impacto social y cultural no solamente se desprende de una mejora del entorno urbano, sino también de un fomento del orgullo local, “porque siento que en Antofagasta todavía falta un trabajo de identidad cultural. Mientras no haya educación cultural, no se va a crear una identidad, por la falta de espacio para cursos o una formación más permanente”.

Por ello, dice que intenta que sus proyectos duren como mínimo tres meses, para poder lograr una formación artística real, “porque en estos talleres de muralismo no sólo voy y les enseño habilidades artísticas, sino que también el diálogo, la reflexión”.

Finalmente, viene lo más importante, a su juicio: la inauguración. “Es fundamental. Eso le da importancia a un trabajo, a las familias, a la comunidad, a los vecinos, los territorios. Es la mejor parte, porque le da un contexto de identidad…no solamente pertenece al alumno, sino a todo el sector”.

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