Por: Osvaldo Urrutia Madariaga
Fotografía: Ivonne Fernández Jacobo

Tras estudiar danza y coreografía en Santiago, no quiso radicarse en la gran capital, por eso volvió a Antofagasta, pero ese viaje era solo una escala a algo más grande que vendría inesperadamente con la pandemia, un aterrizaje en Australia para cultivar lo que más le apasiona: el baile, lo que hizo su profesión tras estudiar en la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicaciones, UNIACC.

Jareth Ivonne Fernández Jacobo, bailarina profesional, en la Perla del Norte tenía su academia de danza, además de trabajar en talleres en la municipalidad y en el Liceo Experimental Artístico (LEA), ahora cruzó todo el océano con la intención de estudiar inglés, pero el destino quiso otra cosa.

¿Cómo se da este viaje a Australia?

Fue en 2019, cuando yo realizaba unos talleres en la Municipalidad de Antofagasta. De hecho, ese proyecto nos permitió llevar a un grupo de niños a participar y representar a Chile en un mundial de danza en Estados Unidos, donde ganamos… fue una experiencia muy linda. Apenas terminó el campeonato me fui a Australia a estudiar inglés, país que siempre encontré interesante porque me gusta mucho el océano.

Yo venía por un año a estudiar el idioma y tomar clases de danza, pero con el Covid, Australia cerró las fronteras y como es una isla, quedamos como en una burbuja. Fue estresante para todos lo que éramos estudiantes, porque no teníamos como generar recursos, y empecé a trabajar cuidando niños, en cafés, porque había que arreglárselas hasta que volviera la normalidad, pero yo siempre digo que Dios me quiso dar un mensaje.

¿Y te acostumbraste a tu nueva vida en un país ajeno?

Fue súper fuerte el cambio, pero logré adaptarme a la cultura de este país y decidí quedarme acá. Cuando volvimos a la normalidad empecé a dar clases de baile, con una pareja de stretch, que son ejercicios de estiramientos, y luego empecé a trabajar en pilates y yoga.

Ahora estoy trabajando 100% en clases de baile, en ritmo latinos, algo que llama mucho la atención de los australianos. De hecho, cuando llegué me llamó la atención las ganas e interés por aprender salsa y bachata. Entonces, se me ocurrió hacer clases de reggaetón, baile que no conocían, pero les gusta.

¿Te transformaste en una emprendedora?

A la gente le llama la atención los bailes latinos, y nos ha ido bien con el reggaetón, porque hay harta academia de salsa y bachata… Así me la llevo en Australia, entre el baile, más el pilates y yoga. Este país me abrió las puertas a nuevas oportunidades. Estoy feliz acá, sólo he vuelto a Chile a visitar a mis padres. Llevo acá tres años, pero es un camino súper duro, pero me ha ayudado a crecer como persona y profesional.

¿Cuál es tu desafío y sueño en Australia?

Yo creo que formar mi propia academia, y enseñar… A mí me encanta trabajar con niños. De hecho en Antofagasta había formado la academia “Danzareth” que comencé con 4 chiquitas y terminé con 30 niños al final. Me encanta compartir mis conocimientos con niños, jóvenes y adultos, porque la danza te ayuda como persona y con las emociones.

¿Compites allá?

Formamos un grupo de cuatro chicas y fuimos a Brisbane a finales del año pasado, donde sacamos dos segundos lugares, que para ser nuestra primera experiencia fue fabuloso, porque acá es súper alto el nivel de la danza. Este año queremos volver y lograr, ojalá un primer lugar, pero sobre todo pasarla bien. Ahora queremos ir con un equipo de 10 personas.

Es decir, estás cumpliendo un sueño…

Muchas personas me decían que no se pueden cumplir los sueños, porque del arte o la danza no se puede vivir, pero no es así. Mientras uno quiera, lo puede lograr, y si bien hay barreras en el camino, cuando las personas son resilientes, se puede lograr. Es falso cuando te dicen “te vas a morir de hambre”, y no es así, y me gustaría inspirar a otros en este tipo de sueños que es posible hacerlos realidad.

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