Por: Iris González Gamboa
Fotografías: Gisela Escobar Ramírez
Pantallas gigantes instaladas en la entrada del Yunnan Provincial Museum de China exhibieron hasta el 31 de octubre las imágenes de “Fertilidad” y “Depredación”, murales en fieltro húmedo creados por Gisela Escobar Ramírez.
El retrato de la artista textil, junto al de expositores de diferentes partes del mundo, también tuvo un lugar destacado en la 12th “From Lausanne to Beijing” International Fiber Art Biennale Exhibition, organizada desde el 1 de septiembre por la Academia de Artes y Diseño de la Universidad de Tsinghua, la Universidad de Yunnan Minzu y el Yunnan Provincial Museum.
Del evento fue parte en el mismo país en que un año antes mostró también como seleccionada sus obras, pero esta vez en calidad de invitada, consolidando así una carrera que ha construido literalmente a pulso en el tiempo. “Cuando vas creciendo, ya más madura y luego de haber criado, empiezas a volver al pasado y al por qué insistes en trabajar con textil. Vengo de una familia en que mis padres toda la vida en su casa tenían telas, lanas, algodones, bordados, máquina de coser, por una cosa económica. Por ejemplo, ¿no podían comprar sábanas? Hacían las sábanas. ¿No teníamos alfombra? Mi papá hacía las alfombras. Siempre estuvo el textil en la casa”, recuerda.
Este, para la creadora, “tiene algo que es tan humilde y al final todos estamos vestidos con textiles. Me trajo de vuelta a esa herencia, a esos recuerdos, a los procesos lentos; a lo íntimo. Cuando uno trabaja el textil es totalmente íntimo…me vuelo, me escapo, estoy como en otra dimensión y esos espacios para mí son adorables”.
PRIMEROS PASOS
Gisela recuerda que entró ya de manera consciente al mundo textil el año 2013 en Calama, en un taller comunitario en que se presentó la técnica de fieltro húmedo, la cual no conocía. “Del momento en que metí las manos a la textura de la lana y la humedad, amasar y trabajarla, para mí se abrió otro mundo”. Ese mismo día- dice -llegó a su hogar tan fascinada, que se tejió un chaleco. Los años fueron pasando y mostraba sus trabajos en exposiciones y ferias, como Exponor y Filzic. Incluso, montó un desfile de moda con vestidos y zapatos con su marca.
Sin embargo, con el tiempo las piezas que presentaba y veía como artesanías eran incluso mal evaluadas, porque eran consideradas como del área de la visualidad. Ello la llevó a buscar otros formatos y en su investigación por redes sociales dio con una bienal en China y, tras gestiones y correos, llegó la esperada noticia: había sido seleccionada con la misma obra que en Antofagasta había sido mal evaluada en la postulación a un concurso.
“Eran cinco continentes y se presentaron más de mil obras de todo el mundo. Seleccionaron a 300 y dentro de esas estaba mi obra…me saltaba el corazón y no lo podía creer. Yo miraba y leía a los artistas de renombre. Fue increíble”, recuerda.
BIENAL
Pero las buenas noticias se replicaron cuando recibió un correo en la que se le invitaba a exponer en la nueva bienal, en la Provincia de Yunnan. Por falta de apoyo y a pesar que era la única convocada de Chile, fue inviable en lo económico que enviara físicamente sus trabajos, lo que la obligó a ser parte del grupo que exhibió sus creaciones a través de fotografías.
La exhibición de los murales, que hablan de la riqueza del desierto y de la contaminación de los ríos por las mineras, en el país asiático le provocó -asegura -“sentimientos encontrados, porque te reconocen afuera”. El celebrar ese logro, sin embargo, no la detiene. Actualmente trabaja en un proyecto presentado al Fondo Nacional de Desarrollo Culturas y las Artes (Fondart) sobre el feminismo en las oficinas salitreras.
A través de la iniciativa buscará mostrar una visión “no tan romántica de esos años” y la lucha de las mujeres que en grupo trabajaron por demandas sociales y de lo que no hay suficiente registro ni reconocimiento. Si no la aprueban, asegura que la concretará de todas maneras. Como en China, como siempre.