Tras la herencia costera en el Norte Grande

Por: Patricio Vega Contreras
Fotografía: Sebastián Contreras

Un viaje al mundo de la costa nortina es la nueva aventura del escritor y arqueólogo Benjamín Ballester, quien tras años de investigación es el protagonista de dar vida a “Las Jornadas Itinerantes: coleccionismo y construcción de conocimiento sobre el pasado”, una apuesta que reivindica la cultura del desierto de Atacama y que invita a la reflexión.

Todo ello involucró charlas abiertas en Chañaral, Taltal y Antofagasta, lugares que son clave en su libro “La diáspora de Capdeville. Flujos epistolares y de objetos precolombino”, publicado en el catálogo de Pampa Negra Ediciones, dando vida ahora a un proceso de intercambio de ideas y de nuevos conocimientos con la compañía de expertos y público en general.

Ballester tiene un amplio trabajo en el estudio de las comunidades costeras del norte y actualmente es investigador de la Universidad de Tarapacá y del Museo Chileno de Arte Precolombino, de ahí que estas jornadas tienen un significado especial en tres enclaves del norte. Estos encuentros son financiados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt) y patrocinado por la Sociedad Chilena de Arqueología, la Universidad de Tarapacá, el Museo Chileno de Arte Precolombino y Pampa Negra Ediciones.

ARQUEOLOGÍA

¿Cómo nació esta pasión por la arqueología y qué hecho te marcó para decidirte por esta carrera?

En realidad, fue algo bastante fortuito. Nunca en mi vida pensé en ser arqueólogo. Mi pasión era la mecánica, las máquinas y los aparatos. Al terminar la escuela, mis primeras preferencias eran la ingeniería y la arquitectura, pero por cosas del destino terminé en un Bachillerato, donde me enamoré primero de la antropología y más tarde también de la arqueología. Desde ese momento, nunca me detuve.

¿Cuál es la importancia de estas jornadas itinerantes en ciudades de la costa nortina?

Las localidades claman por saber. Lamentablemente hoy el conocimiento científico se produce encapsulado y su principal flujo es en medios especializados. Los investigadores van a estos lugares a estudiar cosas o situaciones, pero pocas veces se dan el tiempo de contar lo que hacen y descubren en esos mismos espacios. Ese es el valor de estas jornadas, contar en Taltal, Chañaral y Antofagasta algunas historias de la arqueología de la costa del desierto de Atacama recopiladas tras varios años de investigación en Chile y el extranjero, precisamente a quienes viven en esas costas en otrora saqueadas.

¿A nivel nacional se tiende, aparentemente, a menospreciar la cultura costera ante la mayor influencia de los pueblos andinos?

Sí, sin duda alguna. Es parte de la mentalidad occidental moderna, que busca aquellos rasgos de civilización, como son la agricultura, la arquitectura, la metalurgia o el pastoralismo. Tengo la impresión de que las personas buscan verse a sí mismas en el otro, sea desde la semejanza o la diferencia. Y el mundo litoral no ha tocado esa puerta, en general relegado a la marginalidad y la precariedad a la sombra de la caza y la recolección marina.

LIBRO

¿Y por qué Augusto Capdeville concentra el foco de tu nuevo libro? ¿Qué es lo que más te llamó la atención de él y su historia como coleccionista?

Capdeville es un chivo. Como él hubo muchos, cientos diría, pero que por cuestiones del destino y de la propia inercia de las investigaciones jamás han sido estudiados. Así, este libro gira en torno a Augusto Capdeville, un antiguo arqueólogo de Taltal, pero para hablar también de muchas otras personas e instituciones que estuvieron detrás de la excavación de cementerios y conchales, de la recolección de objetos, la creación de colecciones y su diáspora por el planeta.

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