Marcado por el norte, sobre todo Antofagasta e Iquique, el periodista de profesión Rodrigo Ramos Bañados, y escritor por formación y vocación, pese a ser introvertido, ha logrado ganarse un espacio en la literatura de este desierto y mar del norte chileno.
Su última novela es “La Polka del Perro”, pero ya anticipa que se vienen nuevos desafíos literarios en su meteórica carrera en las letras.
Rodrigo, ¿en los últimos meses tuviste una agenda bastante movida..?
En lo laboral, tuve un año bastante movido yendo y viniendo por el norte (trabajo de periodista en la Asociación de Municipalidades), además de otros proyectos que caben en la categoría de “pitutos”. En lo literario, tuve más tranquilo con respecto a años anteriores. Hace más de un año, publiqué mi última novela “La Polka del Perro”, por la editorial LOM y no he tenido mucho tiempo para difundirla o generar una presentación. A la vez el 2024 fue un año de lecturas, especialmente de poesía y crónicas. Hace un tiempo, leí el libro de Tardio, de Juan Malebrán, poeta de Iquique que reside en Cochabamba, y el libro de crónicas Equipaje de Mano de Roberto Contreras, que pasa sus días en Arica, y así para atrás. Cuando viajo, leo, especialmente autores vinculados con el norte de Chile o la zona fronteriza entre Perú, Bolivia y Chile.
¿Qué proyectos vienen en camino?
Pienso difundir más la “Polka del Perro”. Y tengo otros dos proyectos, novelas, que están avanzadas. Lo interesante en la literatura es escribir y editar, que es ahí donde se cumple cabalmente el oficio. Me conforma que los libros tengan distribución y lleguen a los lectores precisos. Por lo menos, así se ha cumplido en los trece años que llevo en esto, donde he publicado en editoriales grandes, medianas y pequeñas. No soy best seller, pero me he hecho mi espacio. Me invitan. Viajo. Cuando se está en otra ciudad, presentando tus libros o hablando del territorio, es ahí el momento de decir que vale la pena escribir.
Tú eres de Iquique, pero radicado hace décadas en Antofagasta, ¿la historia del norte te marcó para ser escritor?
Estoy influenciado por los lugares donde he vivido, puede decirse que soy un escritor territorial o de “pueblos abandonados” -como el colectivo de escritores que pertenezco que tienen la particularidad de ser de todos y todas de provincia- . Mi vida ha pasado en Iquique y Antofagasta, principalmente. Son ciudades de migraciones, de extractivismo minero, de luchas sociales, de masivas fiestas religiosas y abandono político. Historias y resentimientos siempre hay para escribir.
¿Cómo defines tu estilo? ¿Cuántos libros tienes publicados?
Vengo del periodismo y de la crónica. Observo, escucho y camino bastante. Tengo los libros de crónicas: Matute, Trocha y Tropitambo, este último es el que más me gusta porque abarca toda una época personal de cronista y mi relación con el norte, a pesar que tiene pifias de edición. Y de novelas: Alto Hospicio, Pop, Namazu, Pinochet Boy, Ciudad Berraca y ahora La Polka del Perro. Y un libro de cuentos que se llama Palo Blanco. Tengo varias etiquetas como literatura de migración; narcoliteratura; literatura de los hijos de la dictadura; en fin, me quedo con que hago un realismo de pueblos abandonados.
¿Cómo es ser periodista donde muchas veces por tu trabajo debes hacerte cargo del día a día, pero los tiempos son distintos para un escritor?
Trabajé veinte años o por ahí en medios tradicionales. Viví una buena época en la primera mitad de este siglo. Luego también viví la fea, donde los medios tradicionales han ido desvaneciendo frente a la inmediatez de redes sociales. Ahora hasta la Inteligencia Artificial (IA) redacta y hace le pega. No sé qué pasará después, pero lo que no tiene ni la IA ni las redes sociales, es saber encontrar y redactar de manera creativa una buena historia. Por esto: larga vida a la crónica y a los reporteros, que a pesar de las dificultades económicas, siguen al pie del cañón buscando historias en la calle.