Por: Edgardo Solís Nuñez
Fotografía: Sebastián Rojas Rojo

Multifacética, optimista, creativa y emprendedora, son algunas cualidades que definen a Jacqueline Cabezas Strange, una enamorada de la salsa y voluntariosa líder de la Academia Pasión Arte, un espacio que superó las limitaciones impuestas por la pandemia, en base a compañerismo, vocación y vanguardia.

¿Cómo nace tu vínculo con el mundo de la danza y especialmente de la salsa?

Mi relación con la danza nace gracias a mi hermana. Fue ella quien me invitó a participar de los talleres que se impartían en la universidad, cuando ya me encontraba cursando la carrera de Ingeniería en Alimentos. Tenía 24 años, y descubrir el mundo artístico, fue un cambio total a mi forma de vivir y percibir el mundo. Nunca había bailado. Conocer el género musical de la salsa y cómo se expresaba a través de la danza, transformó mi vida. Un amor a primera vista.

¿Cómo definirías tu crecimiento artístico desde que llegaste a Antofagasta?

Cuando tomé la decisión de trasladarme a Antofagasta, dejar la danza era una realidad. Ejercer mi profesión era la prioridad. Pero la ciudad me brindó los espacios inesperados, para continuar con mi pasión y replicar mis vivencias en Valdivia. Retomé las clases y continué mis estudios, me certifiqué en zumba y crecí artísticamente. Poco a poco, el crecimiento personal fue brindando sus frutos y transité de lo artístico a lo competitivo, hasta formar una academia.

¿Qué significó la transición desde lo artístico a lo competitivo?

Debo confesar que, en un comienzo, no me gustaba el ámbito competitivo. Pero comprendí que es una buena instancia para crecer, para evaluar y comparar mi crecimiento. Salir a competir es una excelente instancia para mostrar tu trabajo, más allá del resultado.

EXPECTATIVAS

¿Y cómo responde la comunidad antofagastina a las diferentes academias?

El área siempre pasa por altibajos. Todo emprendimiento, debe estar atento a las tendencias, modas, necesidades y expectativas que las personas buscan satisfacer. Ejemplo de ello, fue lo que vivimos en pandemia, donde tuvimos que reinventarnos para mantener vigencia, a través de la constancia y el uso de las diferentes herramientas digitales.

En tal sentido, ¿cómo afrontaste las dificultades del confinamiento y de las severas restricciones sanitarias?

Antes del covid, todo marchaba bien: eventos, alumnos, actividades, pero de un día para otro, todo cambió. Los primeros meses lo pasamos mal, pero me mantuve tranquila. Fueron mis alumnas quienes me motivaron para retomar el trabajo, las clases, las actividades. Con mi hermana, que tiene una academia en Valdivia, iniciamos un trabajo colaborativo usando las ventajas del trabajo telemático, donde las chicas se grababan en sus casas, y luego editábamos.

¿Qué oportunidades vislumbras con el retorno a la presencialidad?

Estos dos años viví una experiencia transformadora, a pesar de las dificultades, sentí el afecto, persistencia y amor de quienes comparten conmigo la pasión por el arte que practico. Debemos recuperar el ritmo que se tenía antes de la pandemia, volver a los eventos y galas. Mi deseo es llevar a las chicas afuera y motivarlas a crecer conociendo otras realidades.

¿Cuál o cuáles debieran ser los próximos desafíos del mundo de la danza en la región?

Existe una deuda pendiente en materia de infraestructura. En Antofagasta, existen pocos espacios habilitados, y los que existen, sus arriendos son caros. Debemos diversificar los apoyos, ya que al artista le encanta trabajar en espacios públicos, intervenir con su arte, es la mejor forma de mostrar y visibilizar la gestión que desarrollamos.

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