Texto y Fotografías: Edgardo Solís Nuñez
El altiplano chileno preserva entre salares y volcanes, los desolados campamentos mineros ligados a la extracción azufrera desde las altas cumbres andinas.
Habitados por el viento y la arena, son mudos testigos de un generoso pasado del cual solo guardan memoria los ancianos del pueblo.
La vida en los campamentos de Puquíos, Amincha, Buena Aventura, Ollagüe y Santa Cecilia definieron prácticas sociales y culturales que son parte del patrimonio inmaterial de la Región.
Las faenas extractivas estuvieron ligadas principalmente a los volcanes Santa Rosa (Ollagüe) y Aucanquilcha, montañas tutelares de alta significancia cosmogónica para la comunidad quechua de Ollagüe.
El volcán Aucanquilcha cuenta hasta nuestros días con el campamento minero más alto del mundo (5.250 m.s.n.m.); aún cuando sus faenas extractivas cesarán en el año 1992.