Nacida en Concepción y formada en Santiago como cantante, actriz y pedagoga vocal, Natacha Montory encontró en San Pedro de Atacama el escenario perfecto para desplegar su pasión. Hace más de 13 años que impulsa talleres, dirige el coro comunitario, participa en proyectos culturales y lidera el Festival de la Voz desde 2015. Su trabajo como solista, inspirado en el paisaje nortino, y su entrega como maestra de canto la convierten en una figura clave en la vida artística y comunitaria del desierto.
Tu formación abarca el canto, el teatro y la pedagogía vocal. ¿Cómo se cruzaron estos caminos en tu vida?
Desde muy joven entendí la voz como un regalo y un canal expresivo. Gracias a un profesor en el colegio descubrí la confianza para cantar en público y desde ahí no me detuve. Estudié canto popular en Projazz, luego pedagogía vocal y también teatro, porque siempre me ha interesado la expresión integral. Dar clases desde los 19 años me enseñó tanto como a mis alumnos y fue allí donde confirmé mi vocación.
¿Cómo fue tu llegada a San Pedro de Atacama y qué elementos de su paisaje se convirtieron en inspiración para ti?
El canto me trajo por primera vez en 2011 y lo que más me impactó fue el silencio: escuchar por primera vez esa inmensidad siendo cantante fue sobrecogedor. Conocer sus paisajes, su diversidad cultural y esa sensación de amplitud infinita me marcaron profundamente. En 2012 volví y esta vez me quedé. San Pedro me enseñó a ir más lento, a contemplar, a respetar las tradiciones y a conectarme con la naturaleza.
Durante 13 años has participado y liderado diversos proyectos artísticos y comunitarios en San Pedro, ¿cómo percibes el papel que juega la música en la vida cultural de la comuna?
La música cumple un rol fundamental en San Pedro. Aquí las tradiciones siguen vivas y eso es muy poderoso; en la cultura Lickanantay, cada canto tiene un espíritu y un momento preciso, lo que le da un valor profundo más allá de lo festivo. Y para mí, acercarme a esas expresiones siempre ha sido con mucho respeto y admiración. En ese encuentro, la música se vuelve un lenguaje común que nos conecta, comunica y nos une, más allá de nuestras diferencias.
Desde 2015 organizas el Festival de la Voz. ¿Cómo ha evolucionado este evento y qué impacto crees que ha dejado en la escena artística local?
El Festival de la Voz es una de las experiencias que más disfruto. Cuando llegué a San Pedro era una actividad sencilla, pero con los años hemos logrado que evolucione en grande. Hoy existe una selección previa, los participantes entran a una “escuela de talentos” donde se preparan con técnica vocal e interpretación, y además cuentan con músicos en vivo, lo que transforma la experiencia en algo único. Es un espacio inclusivo, con personas de distintas edades que viven por primera vez lo que significa ensayar o grabar una canción. También se ha convertido en parte del panorama cultural del verano en la comuna, con mucha convocatoria en la plaza y un fuerte apoyo de la Fundación de Cultura y la municipalidad.
¿Qué sueños y proyectos te ilusionan para los próximos años, tanto en tu camino personal como en el trabajo colectivo con la comunidad?
Para mí los próximos años se tratan de seguir creando y compartiendo. Hoy me ilusiona mucho el coro comunitario que formamos con más de 30 personas, donde estoy retomando mi faceta de composición y arreglos. También quiero seguir acompañando procesos artísticos y apoyando la revitalización cultural local. En lo personal, espero seguir desarrollando proyectos en la comuna, poder llevar estas experiencias a otros lugares y, a inicios de 2026, lanzar mi disco “La Pasión”, una propuesta que mezcla canciones de otros autores con arreglos propios y un fuerte componente teatral. Mi sueño es que toda esta energía creativa siga creciendo y expandiéndose.