Por: Patricio Vega Contreras
Fotografías: Jean Roblero Briceño / Christian Venegas

Voz profunda y fuerte, como buen profesor normalista. Su memoria es una verdadera máquina de entregar fechas y nombres sin parar, siempre con ese dato certero y sabroso que tanto apasiona a los seguidores de la historia. Se declara antofagastino hasta la médula y sus palabras imploran conocer más de nuestra identidad y pasado.


El protagonista de esta historia es Jaime Alvarado Díaz (74), un inquieto maestro y periodista que conoce como la palma de su mano los distintos rincones de la región y que es una voz autorizada al sumergirnos en las primeras décadas de la ciudad y en los movimientos obreros que aparecieron en torno a la riqueza del denominado “oro blanco”.

Precisamente, la epopeya del salitre marca la vida de este docente, en gran medida porque siente un compromiso personal por contar “la otra historia” de la pampa, más aún cuando proviene de una familia obrera que conoció de cerca los rigores de vivir en medio del desierto.

Tras 12 años de trabajo, investigación y visitas en terreno, lanzó recientemente el libro “Sangre Obrera San Gregorio”, que relata en sus 267 páginas la matanza en la exoficina salitrera (cantón de Aguas Blancas) el 3 y 4 de febrero de 1921, luego que cientos de trabajadores no recibieran su desahucio y fueran reprimidos, en uno de los episodios más violentos y desconocidos en la región.


LIBRO

De sus palabras brotan emociones y también una crítica a lo frágil que es la memoria con ciertos hechos, que ahora revive a través de este libro y cuyo lanzamiento tuvo lugar en la misma exoficina San Gregorio (125 kilómetros al sureste de Antofagasta), donde se escribió esta historia a sangre y fuego hace 101 años.

¿Cómo y por qué nació el libro?
Mi abuelo Pedro Antonio Alvarado Carvajal trabajaba como palanquero en el Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, específicamente en el ramal El Boquete (de Baquedano hacia la cordillera). El estaba en Antofagasta cuando le pidieron hacer un servicio especial para ir a la salitrera San Gregorio, cuando a las 5 de la tarde ocurren los hechos y ya a las 8 y 9 se sabía lo que había pasado. Tuvo la misión de traer de vuelta los cadáveres, prisioneros y heridos a Antofagasta. Este es el origen del libro.

¿Su abuelo es el gran responsable de contar esta historia..?
Mi abuelo nunca había contado esas cosas, era una de las cicatrices que tenía en su alma. Pero una vez cuando yo estaba haciendo el servicio militar en 1965, llegué vestido con mi uniforme de soldado y me lo saqué para lavarlo, en ese momento rápidamente me dijo “siéntate ahí…” y luego me contó detalles que los había tenido guardado. Después, con los años, me tocó recorrer en camioneta todos estos lugares, también lo hice en el Censo, más tarde investigué (los diarios Abecé, Ecos de los Trabajadores, El Socialista y el Archivo Nacional) y posteriormente llegué al Diario (El Mercurio) donde conversaba con Andrés Sabella sobre todo esto, además cada cierto tiempo le volvía a preguntar cosas aisladas a mi abuelo.

MATANZA

¿Cuánta gente murió en esta matanza?
El 3 de febrero, entre las 5 y las 5.20 de la tarde, en la balacera murieron 69 obreros y dos militares, incluso 100 años después hay vainillas botadas en el lugar. Mientras que el 4 de febrero llegó Gilberto Troncoso, quien en vez de poner orden, hizo todo lo contrario. Asesinaron a 70 trabajadores a culatazos en la cabeza. En los dos días, la mayoría de los cuerpos fueron enterrados en San Gregorio, otros en Antofagasta y el resto se los llevaron a sus lugares de origen. Fue algo terrible y que muchos quisieron ocultar.

¿Fue un contrasentido que la orden viniera del gobierno de Arturo Alessandri, que se supone luchaba contra la oligarquía?
Es quien tuvo más muertes. A las de San Gregorio, hay que sumar las de La Coruña y otras tantas, son casi 5 mil muertos en su gobierno y eso la historia lo ha barrido debajo de la alfombra, especialmente de medios escritos al servicio de los poderosos.
Aquí surgieron los movimientos obreros y sindicales… ¿Al nortino le falta conocer su pasado?
Claro que sí. Yo lo veo desde los grandes objetivos de la educación chilena, es decir, el profesional actual sale de la universidad y tiene como cualidades ser seguro, productivo y consumista. Nos han quitado áreas del conocimiento que permiten ser reflexiva a la persona. La historia es en un contexto de Patria, entendida ésta cuando los ricos tienen a los pobres para su servicio y para que ellos sigan disfrutando. Eso me incomoda. La verdad aunque severa, es amiga verdadera.

EPOCA SALITRERA

¿Y por qué hay tanto desprecio o desconocimiento de la historia del norte?
Este es el Chile nuevo (después de la Guerra del Pacífico) y se sigue mirando como tal. Chile comienza en La Serena, pese a ser el bolsillo grande y generoso del país. Tenemos que recuperar el folclor salitrero y su epopeya. Dar importancia a lo nuestro es una necesidad.

¿Qué fue lo más difícil de escribir en su libro?
Luchar constantemente contra las emociones. A veces, por ejemplo, cuando escribía me daba pena y paraba, salía a caminar al centro para distraerme. Dormí muchas veces en San Gregorio por mi trabajo con los proveedores de la sulfatera y salía de noche a recorrer las instalaciones de esa y otras salitreras. Incluso, fui al cementerio a ver las tumbas.

Si de usted dependiera, ¿qué gran iniciativa o legado artístico dejaría para la región?
Que se hiciera la Semana del Salitre en las escuelas. Esta sería una oportunidad para que la comunidad conozca sus raíces, con poesía, música y que los niños fueran protagonistas con concursos del saber y que se realicen romerías. Tenemos que potenciar nuestra identidad. Para quienes nacimos aquí, el Ancla es el símbolo que nos permite estar aferrados a este suelo. Este 14 de Febrero, ni siquiera tuvimos la bandera chilena en el cerro El Ancla, porque tenemos un equipo de concejales que son imberbes. Yo quiero ir más allá, esta Semana del Salitre debería ser en todo el norte. Debemos conocer nuestro pasado hasta la insistencia.

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