Secretos de un fotógrafo

Por: Patricio Vega Contreras
Fotografías: Rodrigo Herrera Aguirre

El título de esta nota no es antojadizo. Un ya lejano septiembre de 1999 estuvo marcado por una polémica de proporciones en Antofagasta, cuando la primera exposición del fotógrafo Rodrigo Herrera Aguirre fue desmontada en un abrir y cerrar de ojos. ¿La razón?: 19 de sus 20 fotografías mostraban el desnudo de cuerpos femeninos, algo impensado en la capital regional de esos años.

“Secretos” (la obra) estuvo lejos de ajustarse a su significado y la polémica encendió las portadas en los medios de comunicación de esa época, en un fuerte debate si era o no un acto de censura sacarla del edificio de Correos (actual Biblioteca Regional). Hasta ahora, aún nadie explica el porqué los ejecutivos la autorizaron y después dieron marcha atrás a su decisión.

“Quedó la cagá, como desmontaron la obra en Correos, mis compañeros instalaron la exposición en plena calle”, recuerda, y de ahí todo explotó como una bomba. “Yo estaba furioso, incluso don Alfredo Lorca, el dueño del Esane, manifestó su molestia y dijo que se la traía al instituto. Todo ello provocó que no sólo estuviera como exclusivo protagonista en los medios de la ciudad, sino también el tema captó la atención de la prensa en Santiago”, cuenta entre risas.

MODELOS Y REPORTEO

Rodrigo (hoy de 44 años) admite que su propuesta si bien era osada por ser rupturista, no tenía mayores aspiraciones artísticas que mostrar el cuerpo femenino para una exposición y sacar una buena nota en la carrera de Diseño de Esane, contando esta apuesta con más ganas que proyección. Si hasta encontrar modelos para los desnudos se transformó en un verdadero dolor de cabeza. Al final, asegura que tres amigas aceptaron el desafío más por lástima que por fines artísticos o culturales.

De eso han pasado más de 23 años y este fotógrafo tiene hoy un nombre ganado en la ciudad. Es más, es muy probable que los mayores de 45 años no conozcan ni se acuerden de este episodio, ya que su trabajo está más ligado a su trayectoria como reportero gráfico de El Mercurio de Antofagasta, La Estrella y la municipalidad.

¿A los cuántos años supiste que querías ser fotógrafo?

-Siempre me llamó la atención la cámara Zenit que tenía mi papá, me gustaba su olor y de cómo sonaba. Ya más grande, jugaba con una cámara y después, alrededor de los 18, dije esto quiero hacer. Sin embargo, en mi casa me advirtieron que tenía que estudiar una carrera más formal y así llegué primero a Diseño Gráfico en el área técnica, para luego seguir al área profesional. Esa era la condición.

CREATIVIDAD

¿Quién es tu gran referente o la persona que te marcó como profesional?

-En mi trayectoria fue clave Iván Martis, quien falleció hace algunos años. Era un gran profesional y un amigo, que me enseñó mucho y me transmitió eso de jugar, de pasarlo bien, de ser creativo e inventar cosas a través de la fotografía, sobre todo en crear imágenes. Siempre estábamos pensando en cómo dar un nuevo efecto a algunos temas (en ese tiempo no existía el photoshop). Me acuerdo que varias veces fuimos al cementerio y con la luz y la exposición de ésta, podíamos lograr imágenes y así creábamos fantasmas. Nos divertíamos mucho haciendo todo tipo de locuras que aportaban a nuestro trabajo en el diario. Fueron años muy creativos donde no se contaba con toda la tecnología de hoy, ya que el efecto se hacía en la cámara.

Si tuvieras que resumir cuál es la esencia de tu fotografía, ¿qué dirías?

-Nunca he tenido, a mi juicio, un estilo definido, quizás sea por mi formación ligada a la fotografía en los medios de comunicación de la ciudad. Lo que sí me gusta cuando no estoy trabajando, es capturar los paisajes y ver volar las aves, porque éstas son libres y entregan esa sensación de libertad. Quizás emulando esto, siento la misma sensación cuando subo mi dron y trato de mirar desde esa perspectiva.

¿Cuál sería el lugar ideal de la región para tomar una gran foto?

-(Piensa un instante) … La verdad es que no podría quedarme con un solo lugar, porque aquí tenemos de todo. Playa, el gran desierto, los atardeceres, tantas cosas. Por mi formación, siempre estoy en permanente movimiento. Lo que sí trato de retratar es un espacio lo más real posible, pero desde mi mirada, ahí está la gracias de la fotografía.

Las horas del día algunas veces se hacen pocas para este fotógrafo. Eventos, gráficas institucionales, seminarios y trabajos independientes marcan su vida, aunque siempre hay tiempo para volver a su esencia en capturar esa gran imagen y dejar testimonio de su arte, siempre con la intención de ir más allá de una simple postal. “Ahí está la gracia, el ojo del fotógrafo consiste en mostrar algo que otros no ven”, dice.

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