Por: CATALINA BERRÍOS MALDONADO
Fotografía: Alan Araya Arancibia

Si bien los ritmos que mueven diariamente la vida y vocación de Juan Moya Araya (41) provienen desde su natal Arica, lleva 33 años de su vida siendo parte de los bailes que surgieron en la década del 60 en barrios neoyorquinos y que se arraigaron con fuerza en la cultura chilena desde 1980.

El break dance, único baile perteneciente a la cultura del hip-hop, tiene hoy notoria presencia en Calama, y eso es en gran parte gracias a él. Conocido por sus pares como B-Boy Moyers, este joven enseña y comparte esta disciplina con niños, en una experiencia que les permite tener espacios sanos para “potenciar sus habilidades, cualidades, autoestima y enfrentar miedos y frustraciones”.

Desde muy pequeño sintió una importante atracción por el baile, pero no fue hasta la década de los 90 cuando conoció el hip hop y el rap, principalmente en plazas y parques, donde los jóvenes se reunían en torno al contagioso ritmo y ahí también se hizo parte de otras expresiones, como la composición de música y la creación de grafitis. Sin embargo, el movimiento era lo que más lo motivaba.

Así fue perfeccionándose con el tiempo y hoy es uno de los exponentes más reconocidos de la rama en el ámbito local, nacional y en el extranjero. En su vasta experiencia, suma la generación y dirección de importantes torneos.

Su legado en los niños es su mejor carta de presentación. Esta labor la complementa en su rol de trabajador social con aportes en barrios, escuelas y liceos, en torno a la integración social a través del break. Actualmente se desempeña como profesor de la Escuela de Danza de la Corporación Cultural de Calama, un espacio de formación artística gratuita, donde niños desde los 4 años y de distintos estratos sociales, han encontrado en él un maestro de este estilo de vida. “Trabajar para los pequeños es algo que te llena el alma. Vuelves a ser un niño y te llenas de recuerdos, te llenas de energía disfrutando cada momento”, manifiesta.

Buscando siempre promover la sana recreación, que hoy asegura son tan escasas en Chile, espera seguir rompiendo prejuicios, porque recuerda que en sus inicios “Carabineros nos quitaba las pilas de las radios y nos echaban de los parques”, pero hoy da fe de que esta disciplina va mucho más allá de ese erróneo concepto.

“Espero seguir cumpliendo mis sueños de seguir aprendiendo, viajando, conociendo, porque a mí el break me salvó la vida. Estoy en deuda de haber aprendido de la calle este hermoso arte y feliz de poder seguir entregándolo”, dice con orgullo.

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