Texto: Patricio Vega Contreras
Fotografía: Patricio Vega Contreras

Su departamento en la avenida Angamos de Antofagasta es un pequeño paraíso para deleitar la vista. Color, mucho color, es lo que abunda en cada rincón de su hogar, incluso un pintoresco mosaico central y otros periféricos en la pared del baño principal le otorgan ese plus adicional, donde cada obra tiene su razón de ser y un lugar especial.

Hija del pintor Osvaldo Silva Castellón y de la actriz María Segovia de la Paz, la psicóloga y doctora en Antropología del Género, Jimena Silva Segovia, lleva el arte en el sangre y siempre está pensando en crear algo nuevo, ya sea como protagonista de la causa feminista, en sus labores en el ámbito de la literatura o también pintando, al igual que su padre.
Esta profesora titular de la Universidad Católica del Norte aborda con pasión diferentes temas, sobre todo al sumergirse en su pasado ligado a diferentes viajes por el mundo y la marca de la dictadura que llevó a su familia a vivir en diferentes latitudes del continente.

PASAPORTE

A modo de confidencia, cuenta que en 1998 llegó desde Bolivia a trabajar en la desaparecida Universidad José Santos Ossa en Antofagasta. Hasta ahí nada nuevo, pero su llegada sí estuvo condimentada al utilizar un pasaporte del país altiplánico, algo que recién pudo normalizar tras seis años de intensas gestiones para recuperar la nacionalidad chilena.

Con varias publicaciones en el ámbito académico, ahora dio el salto a la literatura con la publicación del libro de cuentos “Memorias de una gata viajera”, donde los animales van “colocando la voz” a varios de sus pensamientos que viajan al pasado para encontrarse con el presente, todo ello complementado con ilustraciones de su autoría.

¿Qué significa en su vida este libro de cuentos?

Fue un proceso que duró alrededor de un año, desde que fue pensado hasta su edición. En una síntesis de lo íntimo a lo abierto, se recoge una memoria afectiva donde uno muestra la memoria que mira el pasado para conocer el presente. En este punto, necesitaba comunicar y compartir historias que tienen que ver con estas voces almacenadas. Y lleva el nombre de una gata porque me representa, porque los felinos son mágicos y especiales.

¿No hay un contrasentido que los animales se humanicen?

No, porque no es una gata con características humanas, sino es una forma de expresar, con pensamientos y reflexiones que nacen de una voz que, en este sentido, sería la mía y que viene a ser una especie de conciencia. Contar un cuento tiene un poco de la vida de uno, de la amiga… los cuentos son una amalgama de diferentes historias.

NIÑEZ

¿Este libro está marcado por su niñez al lado de artistas y constantes viajes?

En mi casa siempre estuvo presente el arte. Nací en Castro, después estuve cuatro años en Tocopilla, 10 en Antofagasta, luego viví en Santiago y más tarde partí al extranjero. He vivido en México, Venezuela y Bolivia, lo que de alguna manera ha marcado mi vida y la manera de ver los cambios en el mundo. Y he viajado con mi trabajo a más de 20 países.

¿Y el norte qué papel juega en la sensibilidad que busca, cuando mucha gente sólo ve un enorme desierto y una tierra agreste?

Llegué al norte cuando niña y lo que vi fue algo blanco, luminoso, adornado por los cerros y la arena, todo ello con un telón de fondo como es el mar. Aquí todo es distinto, los tonos, y con el paso del tiempo miré de una manera distinta el desierto. Los atardeceres, los colores que se forman y la estética donde vivo son únicos. Es un espacio de constante desafío.

FUTURO

Acaba de anunciar que en poco tiempo dejará la academia, ¿cuáles serán sus próximos desafíos?

¡Uffff!, quiero hacer tantas cosas. Siempre me exigí al máximo en la universidad y ahora quiero dedicarme con mayor relajo a escribir, realizar ensayos, pintar y ver el tema audiovisual, donde ya he trabajado junto a mi hijo en varias cosas de Antofagasta desde este arte. También quiero dedicarme a ayudar y a estar comprometida con otras causas.

¿Se quedará en Antofagasta o emprenderá un nuevo viaje?

No lo sé (ríe). Quizás me quede o viaje, es algo que aún no tengo definido. O quizás esté medio tiempo acá y el resto en Bolivia, que es un país que quiero. Soy una viajera de corazón.

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