Por: Patricio Vega Contreras
Fotografías: Fundación ONA/SQM

Es un pequeño “respiro verde” en medio de la inmensidad del desierto. Estamos hablando de Quillagua (280 kilómetros al norte de Antofagasta), un pintoresco poblado que parece detenido en el tiempo, donde todos se conocen y en cuyas calles abunda el silencio acompañado por sus añosos árboles, con el zigzaguear del río Loa como telón de fondo.

Aquí trabaja un grupo de 15 mujeres que están abocadas a tejer y proyectar un futuro mejor para sus familias. Son las tejedoras de Quillagua que van ganando espacio y que sueñan en grande para ofrecer sus productos en distintos lugares de la región en el mediano plazo.

Todo nació como una forma de devolver la rica identidad a una localidad que está marcada por ser en el pasado un punto de encuentro de las rutas caravaneras, un centro agrícola en la época del salitre y ahora por sobrevivir a los nuevos tiempos. La mayoría de las integrantes de estos talleres comenzó de cero en 2023, lo que entrega un valor adicional a su labor.

Esta iniciativa es financiada por la empresa SQM y cuenta con la ejecución de la Fundación Ona, que busca reforzar el amor a esta tierra y ser una instancia productiva de largo aliento. La planificación y las diferentes etapas son clave para proyectar a estas tejedoras e irrumpir con el ADN de Quillagua.

IDENTIDAD

La historiadora y directora ejecutiva de la Fundación, Macarena Peña Tondreau, es la encargada de dar visibilidad a este proyecto y en esta misión es acompañada por un equipo técnico integrado por Jorge Fredes, Osvaldo Luco, Irma Panire y Narda Meruvia (estas últimas de Ayquina), además del entusiasmo de las participantes.

¿Cuál es el perfil de las tejedoras?

Tenemos un grupo del tejido en “telar de María” con 15 participantes. En la actualidad sólo contamos con mujeres de diferentes edades y hay una gran diversidad de perfiles, incluso con personas de otras nacionalidades. El común denominador es que se autodefinieron como “Las Guardianas de Quillagua”, como una manera de mantener el legado de quienes hacen patria en esta aislada localidad.

¿En qué consisten estos talleres y cuánto tiempo involucra este proyecto?

Nosotros capacitamos a artesanos de todo Chile desde 2006. Para poder generar cambios significativos y proyectos en el ámbito productivo, trabajamos en un periodo que tenga un horizonte de al menos cuatro años para dar continuidad a las transferencias técnicas entregadas . Una cosa es aprender a tejer, otra es trabajar en conjunto y una muy distinta es desarrollar productos y aprender a comercializarlos. Todo ello conlleva tiempo y que se desarrolle una etapa para avanzar a la otra. Respecto a la parte humana, son personas que tienen un interés genuino y que logran organizarse con líderes locales que se empoderan y que nos ayudan a incentivar a la gente.

RECUERDOS

¿Cómo está relacionado el tema de identidad con Quillagua, siendo una localidad que presenta una sostenida migración de su población joven?

Este es un tema que más nos motiva e interesa. El eje de este proyecto está enfocado en la identidad y el patrimonio de la cultura material e inmaterial. El caso de Quillagua es muy particular y bien interesante porque partimos este año abordando los recuerdos de infancia (de las participantes) y sus respuestas tenían que ver con el camarón de río, los choclos, una burra que se llamaba “Madonna” y ahí empezamos a ir más atrás hasta llegar al paso del ferrocarril y todos los servicios que Quillagua prestaba a los pasajeros, porque siempre ha sido una aduana natural. Estos recuerdos, sumados a la investigación de archivos fotográficos, llegamos a las telas traídas de ultramar a fines de silgo XIX, los “Tartanes” (hoy conocidos como “Cuadrilles”), en ellos hemos encontrado una fuente de inspiración y diferenciación para el desarrollo de la propuesta estética y técnica (ligamento de tela).

¿De dónde sacan la lana y los principales insumos en el tema de coloración?

Esta primera etapa es más bien exploratoria, lo primero es aprender a tejer, pero hay que ir más allá, es decir, como creadoras para generar un producto de calidad. Trabajamos en paletas de colores a partir de fotografías, como las algas del río Loa y los colores de las laderas de los cerros. Mientras la materia prima es 100% lana de oveja, ya que en la localidad no hay masa ganadera en el trabajo de la fibra, por lo tanto tenemos que acceder a material fuera de la región, siempre pensando en la calidad. Así, las bufandas fueron el primer artículo textil.

CATÁLOGO DIGITAL

¿Dónde se promueven estos productos y cuáles son los más característicos?

Estamos preparando nuestro primer catálogo digital que tiene una colección pequeña, bajo el concepto de Nostalgia. El próximo año vamos a incorporar la promoción, difusión y venta de estos productos, ya que nos falta el módulo de comercialización, de ponerle precio, de cómo valorar la mano de obra, la materia primera, en resumen, toda la cadena de valor para llegar a un precio de mercado.

¿Cuáles son los principales desafíos de este proyecto para que permanezca en el tiempo?

Nuestro objetivo es el desarrollo productivo y generar una oferta con un fuerte carácter de identidad y patrimonio, es decir, que se pueda diferenciar, pero para eso es vital que las creadoras sientan orgullo de lo que hacen. Nuestro objetivo es tener un producto de calidad y desde ahí mirar a la región, el país y, en lo posible, exportar.

Es la nueva historia de Quillagua, un pueblo alejado de todo en medio del desierto, pero que desde ahora es tierra de tejedoras.

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