Por: Edgardo Solís Núñez
Fotografías: Andrea del Solar

Son ya once años los que ha dedicado Maru Ckamur al muralismo. Calameña y descendiente lickanantay, la trabajadora del arte y la cultura define como genial el haberse atrevido a romper un poco los cánones de “lo normal” en el arte público.

Confiesa que, por el hecho de ser mujer, en algún momento le fue difícil decir que se dedicaría a ello. “Como que no pescaban mucho, pero creo que he ido dando pasos importantes, como cambiando eso en Calama, que es una ciudad minera y que por ende son muy machistas. Personas que en un momento pensaban cómo la mujer va a estar arriba de un andamio, hoy en día me ven y dicen “wow, mira lo que está haciendo y es mujer”.

¿Cómo llegaste al muralismo?

Me invitaron a hacer unos talleres a un grupo de adultos mayores. Yo les estaba enseñando pintura de caballete y de repente se da que ese mismo proyecto contemplaba también muralismo y me pidieron ayuda para enseñarles. Cuando empezamos con los diálogos de lo que querían plasmar, me di cuenta que la esencia del arte público me gustó. Empecé a entender lo que provoca el arte público, cómo se desarrolla; las personas que se involucran.

Tiene mucho de comunidad.

Mucho de comunidad, además que se generan puntos de diálogo; viene a dar como identidad también dentro del mismo territorio y eso me pareció súper interesante y de ahí ya me lancé, empecé a tirar proyectos de muralismo en barrio; me empezó a ir bien. Después empecé con Movimiento Fibra, a hacer murales en escuelas públicas con los mismos chiquillos, la recuperación del espacio. Me di cuenta que realmente se transformaba con un mural, más si es que uno hace partícipe a las mismas comunidades. También empecé a jugar un poco con las materialidades y a experimentar en hacer pintura ecológica.

¿Cómo es eso?

Comencé a experimentar con arcillas. Está el pigmento de las arcillas o de las tierras que hay en el desierto y empecé a aprender técnicas de cómo poder pintar con esos pigmentos. En Calama hay un solo mural con esas características y lo hice en un barrio, el Francisco Segovia, inspirado en animales en peligro de extinción.

¿Qué tan difícil es conseguir muros para crear?

Cuando empecé era como bien difícil, porque un poco el muralismo se confunde con el grafiti. Hay como un estigma ahí y uno quería hacer algo y decían que no, “porque pintan puras cosas que no se entienden”. Me di cuenta que las personas necesitaban un poco reeducarse en torno a lo que significa el arte público, las diferencias que existen en las técnicas, en las materialidades y ahí me fui de lleno y empecé a hacer talleres de muralismo en barrios.

A desterrar prejuicios.

Exactamente. Empezar a hacer unas buenas introducciones, donde ya no nos vamos al muro altiro, sino que entender qué es el arte público, qué es el muralismo y el lenguaje. Qué es el lenguaje visual, la composición, la cromática… me di cuenta que empezó a cambiar un poco la visión y de ahí he tenido muy lindas experiencias. Hoy en día a mí se me hace súper fácil: yo publico “ando buscando un muro para equis cosa” y con personas que ni siquiera me conocen, pero que han visto mis trabajos en la calle o me han visto trabajando en la calle, es súper fácil encontrar un muro.

En las redes sociales consigues el primer gran insumo.

Sí… y recomendaciones igual. Mientras estás trabajando en la calle, la gente se acerca y se producen como estos hitos, cosas importantes y ahí aprovecho nuevamente de volver a sembrar esa semilla del origen, que es lo que a mí más me apasiona.

¿Qué es lo primero: conseguir el muro o primero está la idea?

Primero, yo vuelo. Generalmente es por proyecto, me llaman y me dicen” necesitamos una propuesta, el lugar es éste. Es un poco complicado el edificio, pero anda a verlo y dinos cuál sería tu propuesta”. Yo ahí voy…. todo gris primero y ahí empieza rápidamente en mi mente cómo puedo conjugar, a hacer.

¿Cuáles son hoy los temas que más te inspiran?

Me gustan mucho los temas medioambientales, porque siento que las nuevas generaciones están cambiando esa costumbre como de invadir; están siendo más respetuosas y más conscientes de la naturaleza y del medio ambiente(…) Hay como una urgencia ambiental que ha ido creando esa conciencia, entonces en el fondo mi trabajo es como el complemento visual.

El brazo artístico hasta donde llega esa conciencia.

Claro, donde se plasma. Entendí cómo en el fondo los artistas de hoy podemos hacer un puente entre el pasado y el presente, porque los primeros muralistas son del arte rupestre, donde expresaban a través de pictografías, petroglifos y geoglifos lo que ellos observaban, su biodiversidad, sus actividades, lo más chamánico o las constelaciones andinas, lo que veían en el cielo… los períodos de siembra y cosecha. Todo eso ellos lo iban pintando, iban dejando esas huellas.

Son verdaderos libros de historia.

Exactamente. Para mí, como muralista actual sigue siendo también esa mi forma de dejar un mensaje: esto está pasando acá, ahora. Siento que es urgente hacerlo, dejar esos mensajes.

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