Por: Iris González Gamboa
Fotografías: Cynthia Collao, Fundación Juan Salva
Un invaluable legado fue el que dejó, al fallecer en julio de 2018, el destacado artista plástico antofagastino Juan Salva.
Con 64 años y más de 40 de ellos entregados al arte, el creador partió de manera casi abrupta. “Quedamos con una sensación de que a mi papá todavía le faltaba, por así decirlo, mucho trayecto como profesional aún. El siempre decía que iba a pintar hasta que no pudiera pintar; en el fondo no se iba a jubilar hasta que la mano no pudiera pintar”, recuerda su hijo André Salva.
Junto al dolor, con sus tres hermanos Marisol, Daniel y Leonardo, se encontró con el panorama de una tremenda obra. “Muy grande la verdad. Me refiero a cantidad de obras pictóricas y murales, entonces nos vimos en la sensación de que faltaba todavía trabajo que él no iba a poder hacer…él no podría mostrar más sus obras, él no podría restaurar sus murales, no podría hacer nuevos murales”.
Había tarea pendiente. Nace así la idea de la fundación creada en 2020 y que hoy lleva su nombre “con esos dos propósitos: en un comienzo que es de primero mantener lo que ya había, es decir, cuidar, archivar y proteger lo que ya teníamos y, una vez logrado este primer objetivo, empezar a poder mostrar todo el arte que hacía Juan Salva a los demás no solamente en Antofagasta, sino en cualquier parte de Chile”, afirma su hijo y cofundador de la entidad.
MURALES
Según detalla, son seis los murales que hay en Antofagasta y de ellos cuatro “ están más a la vista”. Uno de ellos fue realizado en el Liceo A-22 “La Portada”; otro dentro de la Casa de la Cultura; un tercero frente al exHospital Regional, en la Corporación Municipal de Desarrollo Social (CMDS) ; y el cuarto en el puerto, al inicio del Paseo del Mar. A ellos se suma el que fue borrado en la Feria Modelo y, por último, “hay otro mural , que estamos en un proceso que la institución Corfo, que son dueños del mural actualmente, ellos van a traspasar ese mural a nosotros para poder en una eventualidad instalarlo en el teatro . Ya tenemos luz verde, pero ese sería como el quinto”, afirma.
Respecto a su estado de conservación , señala que “dependiendo del mural, de alguna manera es el problema con cada uno. El que hizo en el Liceo “La Portada” es el más antiguo, que lo hizo el año 81 y está en súper buenas condiciones (…) No está ni siquiera rayado y los demás están más o menos en estado complejo de salvaguarda”.
De ahí la lucha por conseguir su adecuada preservación. “Eso es complejo, el tema de la iniciativa. Uno tiene que estar en reuniones insistiendo y mostrando que esto es relevante, como que espontáneamente no nace”, dice enfatizando que Juan Salva pertenece a una de las últimas generaciones que estudió Bellas Artes “y que pertenecen a un minuto súper distinto del Chile que tenemos ahora, entonces de alguna manera es como un legado que no se puede eliminar, no se puede olvidar”.
André destaca que “con la Seremi de Cultura Antofagasta hemos logrado algunas cosas que tienen que ver con generar compromisos con los responsables, que sí hay que hacer una salvaguarda, que en el fondo es como no poder generar nada, no tocar los murales hasta que se puedan restaurar”. Ahora, la segunda parte “es conseguir los financiamientos, que es lo más difícil y nos ha costado harto llegar a ese punto, pero hay que hacerlo obligadamente porque es la única manera de que en el futuro no pase lo mismo como con el mural de la feria”.
PROYECTOS
Para el hijo de Juan Salva, todavía les resta mucho trabajo “como fundación y como país, de poder entender que hay cosas que hay que resguardarlas, porque finalmente eso es lo que genera memoria dentro de las comunidades, dentro de las regiones. Cuando tú logras tener un poco de memoria, ahí recién se empieza a generar la identidad y cuando logras identidad, la gente quiere los lugares; los cuida”.
La restauración de los murales es parte de proyectos que ya están entregados “y creo que ya el próximo año deberían empezar a salir algunos. La mayoría de sus proyectos están relacionados con los colegas de mi papá, que son quienes pintaron los murales con él; participaron en los procesos creativos, por lo tanto, son los más idóneos para poder hacer este tipo de cosas y, al mismo tiempo, es un poco simbólico”, cuenta.
Llevan adelante, además, una recolección de firmas en apoyo para un proceso de expediente que llevan adelante con la Universidad Católica del Norte y que busca que los cuatro murales se declaren patrimonio.
Salva indica que “después de lograr esta parte que es la más compleja, que es la restauración, de ahí podemos entrar en una nueva etapa, que es generar nuevos murales con gente más joven, generar concursos de pintura. La idea de nosotros es la pintura, el muralismo y el graffiti. Es seguir haciendo cosas nuevas de calidad con gente nueva (…) “es bonito que de alguna manera se entienda que el mural es algo relevante que puede cambiar, por ejemplo, una población, un lugar público”.
¿Cuál crees que es el gran legado que dejó tu padre?
Por alguna razón, que se puede entrar a estudiar teóricamente, mi papá logra a través de su obra, por así decirlo, exportar el norte de alguna manera. Hay un reconocimiento en la obra de inmediato de que esa obra es del norte y no porque salga una procesión específicamente, sino que en la obra en general.
La gente que no conocía a mi papá, que no tiene nexos con el norte, reconoce en la obra inmediatamente el desierto y creo que ese es el legado de mi padre. A través de su pintura logra generar una identidad con el norte, pero no solamente porque hay desiertos, sino con la gente del norte, los colores del norte, como la humanidad del norte o lo difícil del norte. También el cariño con el arte”.